Que es la leishmania en perros

Leishmaniosis canina síntomas iniciales

La leishmaniosis canina es una enfermedad zoonótica (véase leishmaniosis humana) causada por parásitos de Leishmania transmitidos por la picadura de un flebótomo infectado. La leishmaniosis canina se identificó por primera vez en Europa en 1903, y en 1940 se determinó que el 40% de todos los perros de Roma eran positivos a la leishmaniosis[1]. Tradicionalmente se pensaba que era una enfermedad que sólo se encontraba cerca de la cuenca mediterránea, pero las investigaciones de 2008 afirman que los nuevos hallazgos evidencian que la leishmaniosis canina se está expandiendo actualmente en zonas de clima continental del noroeste de Italia, lejos de las zonas endémicas reconocidas de la enfermedad a lo largo de las costas mediterráneas. [2] Los casos de leishmaniosis empezaron a aparecer en Norteamérica en el año 2000,[3] y, a partir de 2008, se han notificado casos de leishmaniosis canina positivos en 22 estados de EE.UU. y dos provincias canadienses[4].

Las cepas de leishmaniasis del Nuevo Mundo se propagan por Lutzomyia; sin embargo, las investigaciones especulan que el flebótomo norteamericano podría ser capaz de propagarlas, pero esto no se ha confirmado hasta la fecha. Los perros son reservorios conocidos de L. infantum, y se ha confirmado la propagación de la enfermedad de perro a perro en Estados Unidos.

Leishmaniosis en perros en chipre

La leishmaniosis es una grave enfermedad infecciosa que puede ser mortal para los perros. Se transmite a través de la picadura de un determinado tipo de mosquito y, además de tener terribles consecuencias para nuestras mascotas, también puede afectar a los humanos. La clave para prevenirla es conocer cómo se transmite para poder tomar medidas preventivas.

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La leishmaniosis en perros (también conocida como leishmaniosis) es una enfermedad parasitaria causada por protozoos del género Leishmania. Este parásito no puede vivir fuera de otro organismo, por lo que pasa su vida dentro de un huésped mamífero o de un insecto, agente o vector transmisor. Es una enfermedad de amplia distribución geográfica y alta prevalencia, que causa graves daños a la salud e incluso la muerte. Además, es una zoonosis, lo que significa que puede transmitirse al ser humano.

Los síntomas son lesiones en la piel, especialmente en la cabeza y las patas, y en las mucosas, donde se producen hemorragias, sobre todo en la nariz, y pérdida de pelo. También es frecuente que el animal pierda gradualmente el peso, pero no el apetito. Cuando la infección se extiende a los órganos, suele provocar un cuadro clínico conocido como leishmaniosis visceral, que puede ser mortal si no se trata a tiempo.

Toxoplasma gondii en perros

Los profesionales veterinarios han dado la voz de alarma en el Vet Record de esta semana tras tratar el primer caso en el Reino Unido de un perro con una infección potencialmente mortal, la leishmaniosis, que se cree que ha sido transmitida por otro perro, en lugar de por un viaje a una zona donde la infección es endémica.

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Se sabe que los perros contraen la infección tras ser mordidos o heridos por otro perro infectado. Pero hasta ahora no se ha informado de ello en el Reino Unido, donde los casos hasta la fecha se han asociado a transfusiones de sangre, programas de cría o viajes al extranjero.

Sin embargo, en Hertfordshire se diagnosticó leishmaniosis a un macho castrado de 3 años, que había estado con su dueño desde cachorro y no presentaba ninguno de los factores de riesgo conocidos para la infección.

La transmisión de perro a perro es la explicación más probable, sugieren los autores, porque otro perro de la casa, importado de España, tuvo que ser sacrificado seis meses antes tras desarrollar una leishmaniosis grave.

«Hasta donde saben los autores, éste es el primer caso de leishmaniosis en el Reino Unido en un perro sin antecedentes de viaje a una zona endémica», escriben, y añaden que ahora es necesario extremar la vigilancia para evitar la propagación de la infección.

La leishmaniosis en los perros es contagiosa

Manuela Gizzarelli1, Antonio Bosco2, Valentina Foglia Manzillo1*, Gioia Bongiorno2, Riccardo Bianchi2, Daniela Giaquinto1, Nour El Houda Ben Fayala1, Marie Varloud3, Alessia Crippa3, Luigi Gradoni1, Giuseppe Cringoli1, Maria Paola Maurelli1, Laura Rinaldi1 y Gaetano Oliva1

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De cada perro se recogió sangre (dos tubos con EDTA y un tubo con gel separador de suero), dos hisopos conjuntivales y una aspiración con aguja fina de los ganglios linfáticos. Cada muestra de sangre con EDTA se analizó: una para un análisis de recuento sanguíneo completo (CBC) y la segunda para el ensayo de amplificación isotérmica mediada por bucle (LAMP). La muestra de sangre en el tubo separador de suero se centrifugó a 360 g durante 15 minutos y se dividió en dos alícuotas, una utilizada para el análisis bioquímico (panel químico, electroforesis de proteínas) y otra almacenada a -20°C hasta el análisis serológico.

Para ser considerados elegibles para el estudio, los perros debían ser positivos por serología de Leishmania IFAT y por LAMP-PCR realizada en al menos una de las tres matrices diferentes. La gravedad del CanL se clasificó mediante un valor numérico (rango: 0-16) derivado de ocho parámetros clínicos y parasitológicos, incluidos los signos clínicos, las alteraciones clinicopatológicas, el valor de IFAT y el resultado de LAMP (Tabla 1). La gravedad de la patología cutánea se definió mediante la «puntuación cutánea» (rango: 0-8), obtenida sumando las puntuaciones atribuidas a cada signo cutáneo detectado en los perros.

Por Emilio Velazquez

Soy Emilio Velazquez webmaster y principal redactor de webinstant.es . Me encantan los perros y el café caliente por las mañanas.